- Un chute más...
María le contemplaba mordiéndose el labio y con los ojos pidiendo condescendencia. Su pie repiqueteaba el suelo sin ritmo ni concierto, intentando distraer la mente del mono.
El mono, María lo temía más que a la muerte, más que a la penuria, más que a cualquier castigo o peligro. El mono la obligaba a verse en el espejo con ojos monstruosos y un color cetrino en la piel. Y cuando el mono llegaba, no podía pensar en otra cosa que en eliminarlo, en echarlo, en hacerlo desaparecer, su corazón se aceleraba y su alma escapaba a otra esfera. Se convertía en una ánima de su droga, recorriendo el monte en busca de algo que al consuele. Como el conde buscando el lazo rojo, no vivía sino buscaba, buscaba el éxtasis.
¿Cómo explicarlo? Sabía lo que había perdido por ella, se daba cuenta de las cosas a las que se había visto obligada a dar la espalda. Pero no podía evitar sonreir cuando la dosis aparecía enfrente de ella. Porque sabía que iba a volver a encontrarse, que iba a volver a controlar el mundo, a sentirse ella misma, a encontrar su sitio.
Dolía y dolía pero esa momentánea ausencia de dolor era tan hermosa. Si hubiera tenido una hija la hubiera llamado como ella. Porque la liberaba de la mierda de mundo y la llevaba a otro más bello.
La Física es un mundo oscuro y tenebroso, pero a ella le llevaba a lo más alto.
María le contemplaba mordiéndose el labio y con los ojos pidiendo condescendencia. Su pie repiqueteaba el suelo sin ritmo ni concierto, intentando distraer la mente del mono.
El mono, María lo temía más que a la muerte, más que a la penuria, más que a cualquier castigo o peligro. El mono la obligaba a verse en el espejo con ojos monstruosos y un color cetrino en la piel. Y cuando el mono llegaba, no podía pensar en otra cosa que en eliminarlo, en echarlo, en hacerlo desaparecer, su corazón se aceleraba y su alma escapaba a otra esfera. Se convertía en una ánima de su droga, recorriendo el monte en busca de algo que al consuele. Como el conde buscando el lazo rojo, no vivía sino buscaba, buscaba el éxtasis.
¿Cómo explicarlo? Sabía lo que había perdido por ella, se daba cuenta de las cosas a las que se había visto obligada a dar la espalda. Pero no podía evitar sonreir cuando la dosis aparecía enfrente de ella. Porque sabía que iba a volver a encontrarse, que iba a volver a controlar el mundo, a sentirse ella misma, a encontrar su sitio.
Dolía y dolía pero esa momentánea ausencia de dolor era tan hermosa. Si hubiera tenido una hija la hubiera llamado como ella. Porque la liberaba de la mierda de mundo y la llevaba a otro más bello.
La Física es un mundo oscuro y tenebroso, pero a ella le llevaba a lo más alto.