Yo no vivo en un Reloj Sin Agujas. En realidad vivo en una búsqueda. En verdad el Reloj Sin Agujas es mi deseo, mi éxtasis, mi nirvana, mi final. No lo poseo sino que lo persigo, en la vida y en los momentos, en los rostros de las personas. Y mis encuentros con él son momentáneos y destelleantes, imprevisibles, mágicos. La luz se vuelve dorada, levemente irisada. Los sentidos se entremezclan y se difuminan, el corazón deja de latirme y se derrite en mi pecho cayendo por el estómago caliente y espeso. Es una sensación única.
Y es tan sólo en esos momentos en los que siento que vivo.
Anoche uno de ellos vino a mí. Llegó rodeado de extraños y de viejos amigos, en una escalera desahuciada. Todo vibró por un segundo, pero levemente, apenas perceptible, 0,001 en la escala Richter. Pero lo suficiente para crear la luz dorada, para entrecerrar mis ojos y para derretir mi corazón. Hacía tanto que no sentía uno de ellos que la razón se desvanecía. Sin embargo ayer resucité, porque viví de nuevo y dejé de vagar en la penumbra gris, porque volvió el color a mis mejillas, porque encontré la Fuerza, saboreé la Verdad y detuve el Reloj. Una pequeña eternidad sólo para mí.
Toca cambiar, toca empujar de nuevo la rueda para controlar mi vida. Toca aferrarse a la esperanza de que ese próximo momento no tardará en llegar, al menos no lo suficiente para perder el norte de nuevo. Toca crear vida a pesar de no estar viviendo. Toca dejar de buscar, toca provocar, la llegada del encuentro eterno con mi Reloj Sin Agujas.
Y es tan sólo en esos momentos en los que siento que vivo.
Anoche uno de ellos vino a mí. Llegó rodeado de extraños y de viejos amigos, en una escalera desahuciada. Todo vibró por un segundo, pero levemente, apenas perceptible, 0,001 en la escala Richter. Pero lo suficiente para crear la luz dorada, para entrecerrar mis ojos y para derretir mi corazón. Hacía tanto que no sentía uno de ellos que la razón se desvanecía. Sin embargo ayer resucité, porque viví de nuevo y dejé de vagar en la penumbra gris, porque volvió el color a mis mejillas, porque encontré la Fuerza, saboreé la Verdad y detuve el Reloj. Una pequeña eternidad sólo para mí.
Toca cambiar, toca empujar de nuevo la rueda para controlar mi vida. Toca aferrarse a la esperanza de que ese próximo momento no tardará en llegar, al menos no lo suficiente para perder el norte de nuevo. Toca crear vida a pesar de no estar viviendo. Toca dejar de buscar, toca provocar, la llegada del encuentro eterno con mi Reloj Sin Agujas.