lunes, 3 de diciembre de 2007

La PrInCeSa

Había una vez una princesa encerrada en una torre. Su amado príncipe del Reino Lejano, con su peculiar acento extranjero, estaba lejos y jamás podría llegar a rescatarla, arriba en la fría y lúgubre torre.

Se había sentado con sus padres los reyes, lo había hablado, lo había gritado, había pasado, lo había intentado de nuevo. Lo único que consiguió fue ser encerrada en lo alto de la torre, bajo siete malignas llaves mentales y junto a su dama de confianza.

La princesa cogió el cuento y lo cerró de golpe, ya está bien de falsos finales felices y demás payasadas.


La princesa, sin torre ni castillo pero en su habitación llena y desordenada, subió el volumen de su minicadena a tope y empezó a seguir el rítmico bombardeo de notas con su cabeza, con gesto fiero y tenaz. Bum, bum, bum, bum. Cogió su mochila y empezó a llenarla de cosas, cosas que le servirían en su nuevo mundo, sus amuletos, sus fotos, su cuento favorito, los colgantes, un par de camisetas, mudas, dinero, relojes, bolígrafos y un cuadernillo para escribir... y miles de besos que repartir en libertad. Bum, bum, bum, bum... es el ritmo del camino. Bum, bum, bum, bum... me acerco a la libertad. Bum, bum, bum, bum... lejos, lejos, lejos, lejos.... muy lejos... lejos de aquí...

Paró en seco y notó que su respiración se aceleraba, que su corazón galopaba ya lejos en otros vientos, que la vista se le emborronaba. Estaba drogada. Miró a sus manos que aún temblaban y escuchó los repiqueteantes latidos en sus sienes. Bum, bum, bum, bum. Se dejó caer en la cama.

"¿Qué estoy haciendo...? ¿Qué coño estoy haciendo?"

Bum, bum, bum, bum. Nuevas músicas, nuevos ritmos, nuevas ilusiones, nuevas fronteras, nuevos destinos, nuevas miradas... Bum, bum, bum, bum. El caballo que galopa en su pecho apenas la deja respirar. Bum, bum, bum, bum.

Mientras su respiración se tranquilizaba miró al techo. Por un momento no pensó en nada. Luego fijó la vista en las marcas del yeso e imaginó pequeñas figuras, como cuando era pequeña.

Se incorporó y se sentó en la cama. Y empezó a sacar cuidadosamente, con delicadeza, como si de importantes y frágiles obras de arte se tratara, cada uno de los mágicos enseres que se pensaron destinados a otro mundo, devolviéndolos exactamente al sitio de dónde los había sacado.

Se abrió la puerta de golpe y su pequeña confidente, la dama de confianza encerrada en su torre, miró el panorama preguntándose qué hacer. La princesa disimuló las lágrimas mientras colocaba el último de sus objetos, y se volvió hacia su amiga.

- No me voy. Me quedo. A luchar desde dentro. A derribar una a una las piedras de nuestra torre.

Y a pesar de todo, la pequeña dama entendió o hizo como si entendiera. Apagó la música, cogió la mano de la princesa, y juntas se echaron en la cama a mirar las figuras que el viejo gotelé dibujaba sin querer. Porque si bien no estaban fuera bajo el ardiente sol, su ventana sí que dejaba entrar pequeños destellos de libertad.




Te lo dedico, pringada.



4 comentarios:

Pau dijo...

El cambio es brusco, y más cuando la torre crece día a día y aparecen muros que antes no estaban allí, pero somos lo que hemos vivido, y un día pusieron esas almenas por nuestra protección, está bien mirarlas con cariño a sabiendas de que el día que quisieras podrías derrumbarlas, ¿o no?...


PD: aunque no venga a cuento, mañana me voy a Bristol, quieres que te traiga algo? :P:P

Anónimo dijo...

TE QUIEROOOOOOOOO!!! GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS. ME ENCANTA EL TEXTO, ME ENCANTA COMO ESCRIBES, ME ENCANTAS TU (parezco manu chao). QUE BONITO ISAAAAAA!!! GRACIAS INFINITAS, INFINITOS BESOS Y SUS RESPECTIVOS ABRAZOS. ERES GENIAL.

Master dijo...

Muy bueno el texto Isa. Me gustan mucho los dos cambios bruscos en la orientación del texto. Sigue asi. Besos.

Anónimo dijo...

La princesa está triste, qué tendrá la princesa? tiene a una pequeña dama que la cuida :)