jueves, 7 de junio de 2007

DíA rArO

Hoy quiero escribir algo. Estoy llena de cosas, cosas que me rebosan y resbalan hacia abajo por mi cuerpo. Pero son tantas que han perdido forma o percepción, y no puedo reconocerlas.

Hoy no hay música.

A veces pasa. A veces ninguna canción del mundo es adecuada, tu sonido es el silencio.

Hoy no hay música, pero ni siquiera hay ganas de llorar.

Recuerdas muchísimas cosas que son las que te han llevado al hoy. No tienen ninguna importancia, son sólo recuerdos. No sientes un apego especial a ellos, pero hoy son tu mundo, hoy te das cuenta que es lo que te queda y que eso es una mierda.

No se trata de que el final tire por la borda todo. De quien más me va a costar despedirme es de la cercanía, del tacto, de los olores de este mundo, de las manos apresadas y las caricias y los abrazos, de las distintas alturas, los colores de ojos, los brillos de pelo, de las formas de las manos, de las muletillas, de las coñas compartidas. De la complicidad. De esas pistas que te dicen que perteneces. De toda esa gente de la que ahora sé tanto, pero de los que en El Regreso ya no sabré nada, de esos pequeños detalles que provocan una sonrisa involuntaria y que algunos llaman felicidad.

Parece que pierdo coherencia, pero en verdad todo es así dentro, deforme y de color rosa pálido, mezcla de muchos colores, sentimientos, convirtiéndose en una masa viscosa que hierve por dentro de mí y sale por el techo de mi cabeza resbalando hasta el suelo, haciéndome cerrar los ojos mientras la siento caliente y pesada por mi cara y mi piel.

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